Rolls-Royce vuelve a batir su propio récord y crea el coche más caro de la historia.

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vrnoticias.innovacion.cortesia de The Objetive.

El mundo siempre ha sido cosa de ricos y pobres. De un tiempo a esta parte hay diversas teorías acerca de la clase media y los sectores inferiores de la sociedad, pero todas coinciden en que los ricos aumentan de número, y son más cresos que nunca. La realidad palpable no escapa a los encargados de querer hacerse con su dinero.

Esa es la causa de que los fabricantes de productos de lujo, únicos, y de un valor superior, derrapen en cada curva por elevar de valor lo mejor de sus catálogos. Y esta asignatura se le da particularmente bien a Rolls-Royce, que aparte de fabricar motores de avión, es la referencia planetaria en cuanto al lujo sobre cuatro ruedas; nadie les gana en eso. 

A la caza del hiperrico.

La marca británica ha logrado encontrar a un puñado de esos megamillonarios que se han querido dejar un buen dinero en desarrollar las cuatro únicas piezas de su último modelo: el Rolls-Royce Rose Noire Droptail. Siempre discretos, no dan nombres, pero cada uno de ellos van a desembolsar la cifra de 25 millones de libras (29 millones de euros al cambio de hoy) a cambio de poder conducir uno de estos exclusivos cochazo.

Rolls-Royce vuelve a batir su propio récord y crea el coche más caro de la historia

El mundo siempre ha sido cosa de ricos y pobres. De un tiempo a esta parte hay diversas teorías acerca de la clase media y los sectores inferiores de la sociedad, pero todas coinciden en que los ricos aumentan de número, y son más cresos que nunca. La realidad palpable no escapa a los encargados de querer hacerse con su dinero. 

Esa es la causa de que los fabricantes de productos de lujo, únicos, y de un valor superior, derrapen en cada curva por elevar de valor lo mejor de sus catálogos. Y esta asignatura se le da particularmente bien a Rolls-Royce, que aparte de fabricar motores de avión, es la referencia planetaria en cuanto al lujo sobre cuatro ruedas; nadie les gana en eso. 

A la caza del hiperrico

La marca británica ha logrado encontrar a un puñado de esos megamillonarios que se han querido dejar un buen dinero en desarrollar las cuatro únicas piezas de su último modelo: el Rolls-Royce Rose Noire Droptail. Siempre discretos, no dan nombres, pero cada uno de ellos van a desembolsar la cifra de 25 millones de libras (29 millones de euros al cambio de hoy) a cambio de poder conducir uno de estos exclusivos cochazos. 

Presentado en el Car Week de Monterey, el Rose Noire Droptail adopta la nueva filosofía de diseño que parte de los modelos que se dirijan hacia la filosofía de cero emisiones de la firma. Su línea da un paso de gigante, y se adelanta a su futuro sin perder el espíritu propio de la marca. Sus faros delanteros son altos y finos, su entrada delantera de aire recuerda a la de los Bentley más deportivos, y cuenta con puertas suicidas —solo dos—, con apertura hacia delante.

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Todo ello conforma un gigantesco biplaza descapotable de 5,3 metros de largo y más de dos de ancho. El chasis es un monocasco, con partes de aluminio y acero, que rebaja mucho su peso general gracias al uso de fibra de carbono en muchas de sus partes. La enorme cubierta posterior no es para albergar el techo, que ha de dormir en casa. La zaga está decorada en negro, con salpicaduras de color rojo que contrastan con el atractivo y llamativo color de la carrocería. Los mismos tonos se han utilizado en los revestimientos del interior y el salpicadero.La parte trasera del vehículo ha sido creada con base en las peticiones de los clientes de la marca. Sus rasgos rememoran al de los antiguos Sweptail de principios del pasado siglo. Destaca la elevación del pilar central, para construir un techo de aspecto flotante.

Mecánica especial, inspiración exclusiva

No hay muchos detalles mecánicos, y los que hay son aproximaciones. Pesa unos 2.500 kilos, la potencia que genera su motor V12 de 6,6 litros es de 593 caballos, alcanza una velocidad máxima de 250 km/h —seguramente autolimitada electrónicamente—, y logra ponerse a 100 km/h desde salida parada en cinco segundos. Dispone de una caja de ocho marchas, con cambio manual, y sus llantas son de 22 pulgadas. 

El coche se inspira en el romance y el atractivo de la rosa negra aterciopelada Black Baccara, que proviene de Francia. Según Rolls-Royce, tiene una asociación personal para la familia y es especialmente «amada por la madre de la familia solicitante». La rosa, híbrida en sí misma, fue creada en Francia solo en el año 2000 por Meilland International. El coche, al igual que la flor, cambia de color según cómo se vea y, en la luz adecuada. Rolls-Royce lo describe como una «celebración romántica de la pareja que lo creó».